sábado, 18 de diciembre de 2010

Taxi 1: Complejo Schumacher

Anoche tuve que tomar un taxi para regresar a mi casa luego de ir a un concierto. Uno puede pensar que es de lujo, en lugar de esperar el colectivo, te traen a tu casa de madrugada, un poco lloviendo y con cansancio. Sin embargo, para mi fue una tortura.
Nos toco un pibe que se creía en una pista de Formula 1 mientras estábamos en la calles de la ciudad. Me sentí enlatada dentro de un jueguito electrónico, donde el objetivo del taxista era dejarnos en destino cuanto antes. Sin motivación, ni pedido, ni urgencia alguna. Tan solo, así manejaba: a las chapas. Aunque el semáforo estuviese en rojo a los 40 metros. También, se le pegaba a los autos, cambiaba de un carril al otro y corría lo mas que podía en calle o avenida, aceleraba y si se ponía un luz roja se mostraba molesto y se vengaba saliendo primero y bien rápido uno segundos antes de que se ponga la luz verde. La pase mal.
Reconozco, que la velocidad excesiva es algo que no va, me parece un riesgo absurdo y evitable.
Lo que inclusive me incomodó, fue que no tuve agallas de pedirle que respete los limites de velocidad o de que por favor vaya mas despacio. Es que no tuve buenas experiencias en los pedidos y consejos a taxistas: "Eh, piba, a mi me vas a decir como manejar", por ejemplo.
La realidad es que uno esta en manos de ellos, aunque pagues por el servicio, estas en situación de vulnerabilidad. Para mi tomar un taxi (o cualquier auto) cuando el conductor tiene complejo Schumacher es un padecimiento.